2006-09-24

ERRORES Y FALACIAS HISTÓRICAS DE JOSEPH RATZINGER SOBRE EL ISLAM

ERRORES Y FALACIAS HISTÓRICAS DE JOSEPH RATZINGER SOBRE EL ISLAM

FEDERACION INTERNACIONAL DE ATEOS
J.C. Álvarez

El pasado 12 de septiembre, Joseph Ratzinger (alias Benedicto XVI, Papa de Roma) pronunció en Ratisbona un discurso en el que, además de denunciar nuevamente como “impíos” al racionalismo ateo y al empirismo científico, lanzó un furibundo ataque contra la religión islámica, presentando en contraste a un cristianismo supuestamente respetuoso con la libertad de conciencia y preocupado por fundamentar racionalmente sus creencias. Para ser justos con el islamismo (aunque uno sea ateo o precisamente por ello), hay que señalar en el discurso del Papa una serie de visiones erróneas sobre el Islam y también sobre el cristianismo histórico, que son errores objetivos y no sólo falsas interpretaciones.

Ratzinger habla de una polémica contra el Islam emprendida por un emperador bizantino, Manuel II Paleólogo, y en este contexto cita el versículo 2:256 del Corán: "No existe coacción en la religión". Ratzinger sostiene que éste fue un verso escrito tempranamente, cuando Mahoma aún no estaba en el poder. Sin embargo, tal afirmación es incorrecta. La Surah 2 es una Surah de Medina, escrita cuando Mahoma ya se había establecido como líder de la ciudad de Yathrib (más tarde conocida como Medina o "la ciudad" del Profeta). El Papa se imagina que un joven Mahoma, que vivía en La Meca antes de 622 y aún carecía de poder, permitió la libertad de conciencia, pero más tarde ordenó que su religión fuera extendida por medio de la espada. Sin embargo, dado que la Surah 2 fue escrita a partir del período de Medina, cuando Mahoma ya se encontraba en el poder, esa teoría del Papa no se sostiene.

Muchos fieles musulmanes afirman que el Corán no dice en ningún punto que la fe religiosa deba ser impuesta por la fuerza. Para probar dicha alegación, estos fieles citan las palabras del Corán sobre las religiones: "[2:62] Los que creen (en el Corán), los que siguen a los judíos (Escrituras), y los cristianos y sabianos --cualquiera que crea en Dios y en el Juicio Final, y en la honradez del trabajo--, tendrán su recompensa con su Señor; sobre ellos no caerá ningún temor, ni tampoco sufrimiento alguno". Estos mismos fieles (así como algunos historiadores laicos) sostienen que la idea de la guerra santa o jihad (entendida como defensa de la comunidad islámica o, en general, como el establecimiento y creación de gobiernos controlados por los musulmanes, antes que como una imposición de la fe por la fuerza a los individuos) no es tampoco una doctrina coránica. La doctrina habría sido elaborada mucho más tarde, en la frontera entre Umayyad y Bizancio, bastante tiempo después de la muerte del Profeta.

El filósofo Michel Onfray, en su Tratado de Ateología, dice lo siguiente: “Lo peor de libros como la Biblia o el Corán es que ahí se puede encontrar todo y su contrario, las proclamas de misericordia y la instigación al crimen". Todos los libros “sagrados” están plagados de incoherencias, contradicciones y sofismas. De cualquier modo, sea o no estrictamente coránica la doctrina de la guerra santa o jihad, e independientemente de cómo se entienda ésta, lo cierto es que en los primeros siglos de expansión del Islam era bastante difícil que los infieles fueran aceptados como miembros, y a los cristianos que querían convertirse en musulmanes habitualmente no se les permitía hacerlo. El tiránico gobernador de Irak, Al-Hajjaj, se destacó por este rechazo a los aspirantes, puesto que obtenía impuestos más altos de los no musulmanes.

Lo anterior parece favorecer la tesis de que, aunque la jihad pudiera tener alguna base (contradictoria) en el Corán, la doctrina de la guerra santa propiamente dicha fue elaborada más tarde. En los primeros siglos, al menos, la "jihad ofensiva" se entendió más bien como la necesidad de instaurar y mantener gobiernos musulmanes. Para ello, los pueblos musulmanes no vacilaron en atacar, invadir y someter por la fuerza a otros pueblos, pero por lo general no pretendieron convertirlos en masa al Islam: de hecho, preferían no hacerlo ya que cobraban mayores tributos a los vasallos no musulmanes. Los musulmanes árabes conquistaron Mesopotamia, que entonces era en gran parte pagana, zoroástrica, cristiana y judía; pero no buscaban convertir, y seguramente no impusieron su religión.

En su discurso de Ratisbona, el Papa intentó demostrar que la coacción de la conciencia es incompatible con la fe auténtica y "razonada"; para ello, utilizó al Islam como un símbolo de la exigencia coactiva de la fe infundada. Pero Ratzinger está engañado por la polémica medieval sobre la que sustenta sus argumentos. Es completamente falso que el Islam haya sido más coactivo que el cristianismo al buscar la difusión y el mantenimiento de sus creencias y al pretender llevar a cabo la conversión de los infieles; de hecho, la realidad histórica fue justamente la contraria. Es igualmente falso que el cristianismo sea racionalista y que el Islam no pretenda siquiera racionalizar sus creencias: tanto el cristianismo como el Islam son creencias irracionales y animistas nacidas de un mismo tronco común, y tanto el uno como el otro han pretendido racionalizar o dar "razón" de sus creencias, apelando a la filosofía para construir ese extraño híbrido que es la teología, con todos sus sofismas (y aun deliremas) pretendidamente racionales por imitación de la filosofía griega. De hecho, el Corán también se muestra favorable a la fe "racionalizada" (en el mismo sentido del cristianismo), y también prohíbe en ocasiones la obligatoriedad coactiva de la religión. Muchos fieles e intérpretes musulmanes del Corán afirman que la única violencia permitida por éste fue la ejercida en defensa propia de la comunidad islámica contra las tentativas de los paganos de la Meca por eliminarla (en este sentido, no existen demasiadas diferencias respecto a la interpretación que muchos cristianos hacen de su propio libro canónico, la Biblia).

El Papa afirma que, en el Islam, Dios es tan trascendente que se encuentra fuera de la razón y, por lo tanto, no puede esperarse de Él que actúe razonablemente. Ratzinger contrasta este concepto de Dios con el del Evangelio de Juan, donde Dios es el Logos, la Razón inherente al universo. Pero hubo muchas escuelas de teología y filosofía islámicas. La escuela Mu'tazilite mantuvo exactamente lo que el Papa dice: que Dios debe actuar conforme a la razón y al bien tal como la gente los conoce. El acercamiento de la escuela Mu'tazilite es todavía popular en el zaidismo y en ciertos sectores del shiísmo de la clase dirigente iraquí e iraní.

La escuela Ash'ari, por el contrario, insistió en que Dios quedaba fuera de la razón humana y, por lo tanto, no podía ser juzgado racionalmente. Seguramente el Papa encontraría que Tertuliano, y quizás también Juan Calvino, serían más comprensivos que él con esta opinión, dentro del propio cristianismo.

En cuanto al Corán, constantemente apela a la "razón" para conocer a Dios y para refutar la idolatría y el paganismo, y pregunta a menudo: "¿No eres capaz de razonar?", "¿no lo entiendes? ¿"a fala ta'qilun?). Éste es un ejemplo más de la racionalización típica de todas las religiones monoteístas, mucho más parecidas entre sí --dado su común origen-- de lo que Ratzinger está dispuesto a reconocer.

Desde luego, el cristianismo tiene una larga historia de imposición obligatoria y violenta de la fe a la gente, incluyendo a los paganos en el Imperio Romano tardío, los cuales fueron muy enérgicamente convertidos. Y luego estuvieron los episodios de las Cruzadas, impensables en el mundo musulmán.

Otra ironía es que el cristianismo "razonado" y escolástico tiene una herencia importante del Islam. En el siglo X había muy poca escolástica en la teología cristiana. La influencia de pensadores musulmanes como Averroes (Ibn Rushd) y Avicena (Ibn Sina) enfatizó nuevamente el empleo de Aristóteles y Platón en la teología cristiana. De hecho, en cierto momento los teólogos cristianos de París se dividieron entre los partidarios de Averroes y los de Avicena, y mantuvieron una fuerte polémica entre ellos.

Respecto al emperador bizantino Manuel II Paleólogo, citado por el Papa, hay varias cosas que decir. Los bizantinos habían quedado muy debilitados por las depredaciones latinas durante la Cuarta Cruzada, de modo que fue la propia Roma la que en primer lugar buscó la coacción. A Roma le interesaba tanto conquistar Tierra Santa como sojuzgar a la Iglesia Ortodoxa. Manuel II terminó sus días como un vasallo del Imperio Otomano.

Joseph Needham, en su monumental libro Ciencia y Civilización en China, señala que el cristianismo siempre fue más bárbaro que sus rivales --el Islam, el taoísmo, el budismo, el hinduísmo-- porque estas grandes religiones tuvieron siempre un núcleo humanista del que careció el cristianismo, y además pretendieron lograr una nueva forma de unión del ser humano con el mundo, así como sacralizar la naturaleza y los animales (un tema particularmente fuerte en el Islam, sobre todo en el sufismo, así como en las religiones hindúes). En cambio, según Needham, el cristianismo nunca pudo salir de sus orígenes bárbaros en la superstición y en la magia (o quizás su base judaica chocó de forma tan violenta con el paganismo panteísta de las tribus nórdicas que el resultado fue un pastiche amorfo de religión, un chamanismo sin naturaleza).

De acuerdo con la interpretación de Needham, la fe cristiana en la resurrección de los muertos fue siempre vista en el mundo islámico como algo inverosímil, anti-natural y absurdo. Este elemento de oscurantismo (la resurrección de los muertos) creaba una división insalvable entre el mundo material y su Creador: Dios aparecía como algo completamente distinto y opuesto a la naturaleza, que intervenía desde fuera de ella para violar sus leyes. En cambio, en el islamismo, lo mismo que en el budismo o el taoísmo, Dios tendía a identificarse con la naturaleza. Funcionalmente, la vigilancia inquisitorial sobre tales creencias del cristianismo también explicó la rígida ortodoxia y la cruel intolerancia de la iglesia latina en la Alta Edad Media; el monoteísmo cristiano creó una cultura europea monolítica bastante diferente a la de las prósperas comunidades del mundo árabe y persa, en las que los judíos, los musulmanes y los cristianos convivieron durante muchos siglos pacíficamente unos con otros (y con zoroastrianos y hasta con confucianos).

Según Needham, la tendencia humanista presente en el islamismo y en las religiones orientales, junto con su interés por la sacralización de la naturaleza, explica el gran florecimiento de la filosofía, las letras y las ciencias en el Islam y en China durante la Edad Media (frente al oscurantismo y la barbarie de las comunidades cristianas), pero curiosamente también daría cuenta de su estancamiento definitivo. Cuando el monje Roger Bacon y otros importaron a Europa la ciencia china e islámica (que fue la base para el progreso técnico-científico europeo), una de dos cosas se veía como históricamente inevitable: o bien la Iglesia Católica destruiría la ciencia, que tras la confirmación definitiva del heliocentrismo de Copérnico por Galileo se había convertido en enemiga declarada de la ortodoxia; o bien se produciría un divorcio mutuamente acordado entre la iglesia y la ciencia. Al final sucedió lo último. La gran cesura moral, filosófica y teológica de la iglesia latina (la separación radical entre Dios y Naturaleza y la total desacralización de ésta, junto con la separación entre la religión y la ciencia) explicaría por qué la ciencia plenamente desarrollada fue posible en el occidente cristiano, pero no en China ni en el mundo islámico, que no se decidieron a "profanar" la naturaleza. Los chinos y los islámicos siguieron siendo pre-científicos ya que no llevaron a cabo la separación entre religión y ciencia, pero en Europa la desacralización del mundo natural y el divorcio entre la Iglesia y el Estado permitieron que las ciencias adoptaran su forma moderna y baconiana. Y con el progreso científico-tecnológico vino el desarrollo de las fuerzas productivas y la sustitución de las relaciones de producción feudales por las capitalistas.

Así pues, el Papa se ha equivocado en muchos hechos básicos, por lo que debería retractarse de sus palabras.

BIBLIOGRAFÍA:

-Historia de la filosofía islámica. Corbin, Henry. Editorial Trotta S.A., 2000.

-Sufismo: una introducción esencial a la filosofía y la práctica de la tradición mística del Islam. Ernst, Carl W. Ediciones Oniro S.A., 1999.

-El Islam, historia, presente y futuro. Küng, Hans. Editorial Trotta, S.A., 2006.

-Tratado de Ateología. Onfray, Michel. Editorial Anagrama S.A., 2006.

-Cubriendo el Islam: cómo los medios de comunicación y los expertos determinan nuestra visión del resto del mundo. Said, Edward W. Editorial Debate, 2005.

-Lo que Europa debe al Islam de España. Vernet, Juan. El Acantilado, 2006.

-Cien preguntas sobre el Islam. VV.AA. Encuentro Ediciones S.A., 2006.

http://www.federacionatea.org/documentos/jcalvarezerrorbenito230906.htm

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