2006-06-12

El titular del Cels investigó el "doble juego" del Episcopado durante el Proceso militar y no ahorró críticas a Bergoglio

"le pidieron perdón a Dios, pero no a las víctimas, al pueblo argentino. Y no pidieron perdón por los actos cometidos por la propia jerarquía sino por lo que llamaron actos de los hijos de la Iglesia.
Entrevista. El periodista asegura que la institución encubrió la represión ilegal Iglesia y dictadura, según Horacio Verbitsky "

El titular del Cels investigó el "doble juego" del Episcopado durante el Proceso militar y no ahorró críticas a Bergoglio

Mauricio Maronna / La Capital

"La Iglesia actuó como encubridora de lo que sucedió en la dictadura", afirma el periodista y presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), Horacio Verbitsky, quien presentó en Rosario su libro "Doble juego. La Argentina católica y militar". En una entrevista con La Capital, dio precisiones sobre los vínculos ocultos entre el Proceso militar y la cúpula eclesiástica, pero también marcó algunas creencias sobre la realidad política del país: "Sería un error que (Néstor) Kirchner no vaya por la reelección".
Verbitsky (quien reconoce afinidades políticas con el presidente) fue uno de los mentores del retiro de retratos de ex dictadores en el Colegio Militar, pero niega ser la "conciencia" del primer mandatario. Respecto a su pasado como dirigente de una organización armada, señala: "Yo me autocritiqué muchas veces por mis prácticas. Lo que sí creo es que los grandes medios fueron socios de la dictadura en el peor momento de la represión: se asociaron en la fábrica de papel con el Estado".
-¿Qué información inédita encontró al tener acceso a informes reservados?
-En el 2000 hubo una ceremonia litúrgica en Córdoba convocada por el Episcopado y donde esta institución dijo que pedía perdón. En realidad, fue un juego de palabras: le pidieron perdón a Dios, pero no a las víctimas, al pueblo argentino. Y no pidieron perdón por los actos cometidos por la propia jerarquía sino por lo que llamaron actos de los hijos de la Iglesia. En un país como la Argentina, decir hijos de la Iglesia es lo mismo que decir ciudadanos argentinos. A pesar de eso, me dirigí al presidente del Episcopado, que era Estanislao Karlic, y le dije que la Iglesia podía hacer una contribución importante como parte del perdón y arrepentimiento revelando el contenido de los archivos y ayudando a identificar situaciones y víctimas de la dictadura.
-¿Y qué le contestó?
-Karlic me dijo que no tenían archivos, que lo único que poseían era un librito, que me mandó, de 60 páginas publicado en 1984 y que se llamaba "Iglesia y derechos humanos". Yo lo revisé y eran párrafos sueltos, con puntos suspensivos... Pero además me puse a cotejar lo que estaba en ese librito con los documentos de la época de la dictadura, que estaban en los archivos de los diarios. Ahí descubrí que lo del 84 mutilaba los documentos de tal manera que tergiversaba su significado. Por ejemplo, un documento decía que el gobierno militar estaba salvando al país de la agresión marxista, que había que apoyarlo, que la Iglesia estaba junto a las Fuerzas Armadas en defensa del ser nacional, etcétera. En el párrafo 42, al final del texto, decía: "No obstante debe recordarse que hay ciertos valores de la persona humana que no pueden ser violados bajo ninguna circunstancia". Cuando el documento original se difundió, toda la prensa tituló "La Iglesia apoya al Proceso de Reorganización Nacional". Cuando uno ve el librito en el 84, parece que la Iglesia hubiera hecho una severa advertencia sobre los derechos humanos.
-¿Y cómo encontró los documentos que Karlic le dijo que no existían?
-Mediante la ayuda de obispos, sacerdotes y laicos. Los archivos existen, están en la sede del Episcopado, muy bien ordenados, y es una de las fuentes centrales de la investigación.
-Muchos factores de poder justifican su silencio frente al golpe de Estado aduciendo que no podían hacer otra cosa. Dada la importancia de la Iglesia como institución, ¿la historia hubiera sido otra si aparecía esa voz?
-Sin dudas. De hecho, los que hacían pronunciamientos individuales corrían riesgos. Sin ir más lejos, a Angelelli y a Ponce de León los mataron. Ahora, si el Episcopado en su conjunto se hubiera pronunciado sin doble juego la historia hubiera sido distinta. La Iglesia actuó como encubridora de lo que sucedió en la dictadura.
-¿Cree en los arrepentimientos en cadena que se están produciendo?
-No creo que todo siga igual que antes; se han producido modificaciones. Por ejemplo, un cambio generacional en las Fuerzas Armadas. Hay muy poca gente actualmente en actividad que haya estado prestando servicios durante la dictadura. Los oficiales que hoy tienen 45 años, o menos, no quieren ser identificados con esa época horrible. Y en la Iglesia también hubo un cambio generacional. No hay gente que esté defendiendo responsabilidades propias, con una gran excepción: el presidente de la Conferencia Episcopal, Jorge Bergoglio, quien tiene que defender posiciones propias, pero no puede hacer apologías de otras épocas. Sin embargo, en alguno de los últimos documentos, los obispos vuelven a hacer una equivalencia entre el terrorismo de Estado y la lucha armada por parte de las organizaciones revolucionarias. Esto no es ni moral ni jurídicamente válido.
-Robert Cox dice que los periodistas piden autocríticas de todos menos de sí mismos. Y lo citó a usted como miembro de las organizaciones armadas.
-Yo me autocritiqué muchas veces de mis prácticas en los 70. Lo que sí creo es que los grandes medios fueron socios de la dictadura en el peor momento de la represión. Se asociaron en la fábrica de papel con el Estado, pero esos no eran los periodistas, eran las empresas. Que nunca se autocriticaron nada.
-Muchos intentaron lavarse la cara el 24 de marzo de este año. Proliferaron los programas especiales en los canales, suplementos en los diarios...
-Es cierto que tanta uniformidad resulta pintoresca, por ejemplo Daniel Hadad...
-Un ex ministro dijo que a usted había que leerlo como la "conciencia" de Kirchner.
-(Se ríe). Reflejo la información de alguien que está cerca (del poder) y dice la verdad. Ojo, yo no me atribuyo el rol de conciencia crítica del presidente, no soy operador ni asesor. Simpatizo con buena parte de sus políticas y no con otras. Yo escribo una columna en un diario, cada uno piensa lo que quiere de lo que reflejo allí. Si algunas de las cosas que escribí inspiraron decisiones políticas, bienvenido sea. Hay mucho mito en esto.
-Lo de los retiros de los retratos de Videla y otros militares no es un mito...
-Con el Cels, institución de la que soy presidente, llevamos a Kirchner la propuesta, que el gobierno aceptó.
-¿Le cree a Kirchner cuando dice que no quiere ser reelecto?
-No lo sé. Creo que sería un error que no vaya por la reelección, debería postularse para otro mandato y consolidar los cambios positivos.

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