1974
Buenos Aires, 27 de agosto de 1974
Carta de Principios de la Universidad del Salvador
En el transcurso del año 1974 la Universidad del Salvador vive el proceso que va a culminar en el desligue, momento de su historia en que la Compañía de Jesús confía su conducción a los laicos de la Asociación Civil. Cuando la Universidad, a través del Consejo de Laicos manifiesta la intensa necesidad de preservar su identidad, el R. P. Provincial le presenta el Documento "Historia y cambio", donde quedan delineados los puntos en los que la Nueva Universidad del Salvador deberá apoyarse para ser fiel a sí misma, para rescatar su "continuidad en el espíritu jesuítico: lucha contra el ateísmo, avance mediante el retorno a las fuentes, universalismo a través de las diferencias"..
Estos tres pivotes orientarán la espiritualidad y la misión de la Universidad del Salvador. Será una Universidad "fundada en la fe, es decir crítica e innovadora", una institución que, llevada por un sentido trascendente, religioso de la vida, ponga de manifiesto la crisis del ateísmo moderno -desde su perspectiva inmanente-, su imposibilidad de juzgar globalmente la aventura del hombre contemporáneo. Una Universidad cuya acción hacia adelante sea fiel a las fuentes marcadas por la institución organizante de San Ignacio de Loyola. Una Universidad que asuma la "seguridad de que la verdad encarnada sólo se muestre en el juego diverso de lo creado".
(...)
Jorge Mario Bergoglio, S.J.
Buenos Aires, 27 de agosto de 1974
HOY
Jueves 5 de abril de 2007
Bergoglio instó a "curar las divisiones"
El arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina presidió la tradicional misa crismal de Jueves Santo; por la tarde, realizó el lavado de pies en el Hospital Rawson (...)
"Esos ojos sufridos de nuestro pueblo fiel que nos alientan al trabajo, a una vida de laboriosidad y alimentan nuestro fervor apostólico rescatándonos de toda pereza burguesa, ese ´aceite malo´ que unge en la parálisis del narcisismo y la comodidad", añadió.
Para el cardenal, esos fieles "tantas veces nos suplican lo ayudemos a curar sus divisiones, esas que destruyen amistades y familias, y -en ese pedido de unidad- nos hacen sentir que también son fruto del ´aceite malo´ los desgarros entre nosotros, el espíritu quejumbroso, la murmuración y las críticas que desfraternizan". (...)
http://www.lanacion.com.ar/cultura/nota.asp?nota_id=897505&pid=2331268&toi=5249
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