2007-04-28

MODA SOTANA HACE RÉDITO DE DEMANDAS LEGÍTIMAS: Detrás del conflicto santacruceño se esconde la Iglesia

EN FOCO : PREOCUPACION DE NESTOR KIRCHNER EN VARIOS FRENTES

Detrás del conflicto santacruceño se esconde la tensión con la Iglesia

Hay en la provincia una demanda legítima, potenciada por el tiempo electoral.
Eduardo van der Kooy
nobo@clarin.com

La agitación social en Santa Cruz, fogoneada por el gremio docente, ha llegado más lejos de lo que Néstor Kirchner suponía. No es, de todos modos, el peor conflicto que ha vivido la provincia. Suelen ser peores, por su violencia y dramatismo, las huelgas de los trabajadores del petróleo o de los yacimientos de carbón. Se apreció con los episodios de Las Heras de febrero del 2006, que dejaron un policía asesinado. Pero los reclamos de los educadores suelen estimular una sensibilidad popular mucho más profunda y extendida.

Eso puede estar preocupando al Presidente en un tiempo de campaña electoral. Eso puede estar retardando, justamente, los planes de campaña en la provincia patagónica. Eso quizá dejó congeladas las candidaturas que, en la grilla oficial, ubican como preferida a Alicia Kirchner. La demora no resulta grave, sin embargo, porque los comicios se harán allá también el último domingo de octubre. Eso explica que Kirchner continúe apelando en forma simultánea a la paciencia, esperando minar así las fuerzas de los demandantes, y a la negociación discreta, para hallarle un escape a la encrucijada.

El conflicto parece tener dos motores y multiplicidad de protagonistas que se encargan de encenderlos. Existe, por un lado, una demanda legítima que no tiene que ver sólo con los salarios sino con el contexto político. Es cierto, como dijo el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que se están discutiendo niveles salariales muy elevados respecto del promedio nacional en el sector. Es cierto también que la vida en el sur no resulta sólo más árida sino más cara. Pero no podrían ocultarse dos cosas: el tiempo electoral existe para el Gobierno y existe también para la oposición; el marco político en Santa Cruz no colabora nada en la solución del conflicto.
En ese marco cabría la justa queja por la ausencia de paritarias en estatales y docentes (desde 1993) para la discusión de sus salarios. Se trata de una norma, más allá de la jerarquía que tengan esos salarios, que rige para el resto de los argentinos. En aquel marco se incluye también la inoperancia del Gobierno provincial que encabeza Carlos Sancho. La inoperancia es más grave cuando se combina con la provocación.

Inoperante e incomprensible fue, por ejemplo, el dictado que la semana pasada hizo aquel gobierno de la conciliación obligatoria que horas más tarde anuló. En el ínterin rodó la cabeza de la subsecretaria de Trabajo, Elsa Capuchinelli. Provocación no fue tanto el envío de los gendarmes, que lo fue, como otras decisiones que conoció la provincia en las horas en que la manifestación social alcanzó su pico. Ciudadanos que venían del interior de Santa Cruz fueron detenidos en el ingreso a Río Gallegos y cacheados de mal modo; la propia administración de Sancho emitió un comunicado alertando sobre la supuesta presencia de "grupos extremistas". Aludió a Quebracho. La protesta fue hasta hoy absolutamente pacífica, alterada sólo por gestos desesperados de un poder local rebasado.

Esa respuesta innecesaria, antes que la petición de los docentes, habría sido lo que movió la intervención pública del obispo de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín. El sacerdote hizo hincapié en la cuestión de los excesos del poder durante el intercambio de opiniones que tuvo con otros obispos en el plenario que se celebra en Pilar. Cuestionó a un gobierno provincial con falta de apertura que recurrió a la prepotencia cuando el conflicto se le escapó de las manos.

Kirchner estuvo, en su momento, en el acto de asunción de Romanín como obispo de la capital de Santa Cruz. Resultó, a juicio suyo, una señal de acercamiento. Pero la distancia creció no bien el obispo ocupó una escena pública. Romanín tiene, para colmo del Gobierno, una fina sintonía con Jorge Bergoglio. El cardenal dialoga con muchos políticos de la oposición, pero también del oficialismo. Y habla con infinidad de feligreses católicos y de otras religiones como corresponde a un buen pastor. Su palabra es la de un pastor y no la de un político, un matiz que no discierne el Gobierno.

Kirchner es el Presidente de la democracia argentina. Bergoglio es el jefe de la Iglesia Católica. Sería prudente que ellos mismos, y todos, lo entendieran.
http://www.clarin.com/diario/2007/04/26/elmundo/i-02501.htm


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